martes, 8 de diciembre de 2015

In denial

Escucho a Bach, en sus transcripciones para piano, en esta semana desbordada de trabajo, y grisalla en el cielo. Con apenas perspectivas vitales en el horizonte, solo quiero leer y escribir. No soporto la precariedad de este invierno, esta balsa en el océano que es mi ánimo... Siento que todo está a punto de descarrilarse. En esta visión aterradora de colisión, de colapso, hay algo extrañamente liberador. Aun así, me queda el consuelo del arte, y del hogar. Las ventanas cerradas, el chocolate haciéndose, los libros desordenados sobre la mesilla, la colada sin recoger en el tendedero portátil, la desilusión política, algunas visitas llenas de calor humano, la ausencia de alarmas y despertadores, los días confusos, las noches insomnes...
Materialmente estoy desahuciado. Quizás sea ese el pilar, la estructura... las notas del piano de Bach se posan sobre los grises de mis neuronas como pájaros desorientados que no han conseguido migrar. Hay una espera, quizás una esperanza, pero está rezagada, como yo mismo, entre el frío, las pelusas y la entropía de la segunda ley de la termodinámica.